¿Como pueden ángeles con una inteligencia tan grande haber rechazado a Dios, si la inteligencia tiene como fin el conocimiento de la verdad y Dios es la verdad…? Esto me preguntaba un amigo hace unas semanas y mi respuesta inmediata fue “la soberbia”. La soberbia es un pecado espiritual. En el pirncipio de la creación angélica debieron existir acontecimientos previos a obtener la visión beatífica, y esos acontecimientos tenían un espacio para la “oscuridad”. Porque nadie puede ver a Dios, teniendo la visión beatífica y pecar o desear otra cosa que no sea Él. Por ello, para que la misma naturaleza de la belleza de Dios no coaccionara su libertad tuvo que haber un espacio donde el conocimiento que los ángeles tenian de Dios no fuera total. En ese espacio la inteligencia angélica, aunque mucho más perfecta que la humana, tenía también una debilidad. No es que no reconocieran la grandeza de Dios, pero al decir “no serviré” estaba (igual que Adan) poniéndose a sí mismo como el centro. No sabemos si fueron tan estúpidos como para creerse iguales a Dios, pero sí podemos imaginar que fueron tan soberbios como para rechazar cualquier plan divino y esto es indirectamente una afrenta sobre la naturaleza misma de todo lo creado. Son seres que participan de un ser absoluto, somos criaturas de un creador, no podemos jamás ser el centro.
El grito de San Miguel Arcángel “Quién como Dios” no es solo un grito que reconozca la grandeza del Señor, es saber poner a Dios como centro de la existencia misma.
Cuando Jesús —Dios encarnado— dice “Si no son como estos niños no entrarán en el Reino de los Cielos” nos da una clave. Jamás dijo “quién no sea como estos sabios, quién no sea como estos inteligentes, quién no sea como estos fregones”… “quién no sea como estos niños…” Y no es que los niños sean perfectos, son unos vagos, tienen también el pecado original, pero se acercaban a Jesús, reaccionaban mansamente ante la bondad, ser niños es rechazar la tentación de ponerse a uno mismo en el centro. La mejor manera de vencer la soberbia es sintiéndose débil, pequeño, con una necesidad enorme de ser amado, abrazado y rescatado.
Los ángeles cayeron no por falta de cualidades espirituales, no por falta de inteligencia, sino porque todo eso se convirtió en su dios.
—CJBS
La soberbia… ¡claro! Lo sabía y lo había olvidado: ahí está la clave.
Y la frase última da en el clavo: “Los ángeles cayeron no por falta de cualidades espirituales, no por falta de inteligencia, sino porque todo eso se convirtió en su dios.”
Gracias.