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¿Qué es lo que le preocupa al hombre? ¿Has pensado realmente en que gastas tu vida? ¿En torno a que giran tus conversaciones?

Pensemos el dinero, eso por lo que tanto trabajas y te desvelas… el dinero te puede comprar gustos, comodidades, pero al final terminas insatisfecho, los gustos duran un rato y se acaban, las comodidades nos van debilitando la voluntad, nos hacen débiles. El dinero por el dinero solo puede comprar cosas que nos dejan más hambrientos y adictos.

Pensemos en el poder, ¿de qué tienes realmente poder? ¡Solo Dios tiene poder! Tú no eres nadie. Si creyeras que Dios no existe, no eres más que un cúmulo de átomos puestos al azar, que vienen de la nada y van hacia la nada, todo lo que hagas tiene la misma importancia que un grano de arena moviéndose 1 milímetro hacia la izquierda. Y si por fin te das cuenta de que en verdad Dios existe, verás que no eres más que un animal rescatado de su bestialidad por el alma infusa que Dios te da de manera gratuita e inmerecida. ¿Quién puedes ser cuando estás delante de la cruz que sostiene al verbo, a la palabra de Dios encarnada, al creador haciéndose a si mismo nada por nosotros?

Pensemos en entretenimiento. En un partido de futbol, una serie de Netflix, en viajar por el mundo, en un carro del año o una casa con alberca y terraza. Nada de eso te dará felicidad, porque la felicidad, la alegría verdadera está en tu libertad de ser hijo de Dios. Las cosas materiales estorban más porque ocultan de nuestros ojos la realidad. La realidad de que viniste desnudo y te irás desnudo y que lo que realmente importa existe ya en ti desde el momento de nacer, cuando no tenias nada, no sabias nada, no eras nada para el mundo…

Lo que buscamos en el trabajo no es realmente dinero, es trascendencia, entrega, poner nuestra habilidad al servicio de algo más grande que nosotros mismos, lo que buscamos realmente es servir y hacer algo en comunidad, como Dios nos ha creado para servir ese impulso es natural en nosotros. El dinero es un medio inventado por el hombre, el cual nos sirve para poder sobrevivir mientras hacemos y vivimos las cosas realmente importantes. El trabajo rectamente ejercido es un lugar para servir y transformar el mundo y a nosotros mismos a través de las circunstancias y retos del mismo.

El poder es una forma de auto-afirmación, es temor a ser nada, es temor a la muerte, es temor a la realidad que en nuestras profundidades sabemos: somos polvo y al polvo regresaremos. No queremos morir, no queremos ser insignificantes, no queremos ser aniquilados y sin embargo el poder humano es risible, fútil, ridículo, insignificante, solo Dios puede darnos el verdadero poder de vivir eternamente, solo el creador de todo el universo pueda llamarnos por nuestro nombre y hacernos felices, felices de que Él nos elija para poder llevar su voluntad a este mundo, para co-reinar con Él en la humildad del que sabe que polvo es y polvo será si Dios no lo sostiene en su amor y misericordia.

Cuando buscamos entretenimiento, buscamos que nuestra imaginación vuele, buscamos historias de héroes y leyendas, en la cancha o en la imaginación, buscamos recrearnos en la música, en el arte, en la convivencia con otros, en el ingenio, en las habilidades físicas… Buscamos expresar con nuestra mente y cuerpo —o verlas en los demás— nuestras necesidades más profundas de trascendencia y reto… buscamos naturalmente el reto, admiramos a los que logran “grandes” cosas en sus historias —aunque sean cosas insignificantes— porque Dios nos dio hambre de grandeza, nos dio hambre de ser, de buscar la aventura, nos dio hambre de Él, de su palabra, de rebelarnos y no conformarnos con lo que el mundo nos da a simple vista sino buscar y pelear por lo que ofrece su palabra, que no es paz sino fuego, no es quietud sino lucha, no es conformismo, es heroísmo, leyenda y grandeza, no como la del mundo sino como la que el mismo mostró en la cruz.


Lo único que puede darnos el mundo es la oportunidad de ayudarlo, sanarlo, acompañarlo. ¡Lo único que puede darnos el mundo es la oportunidad de asemejarnos a Dios al amarlo y entregarnos a él, transformándolo desde adentro para que reine Dios en todos!