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Dios nos repite cientos de veces que no tengamos miedo. No porque confiar en él signifique que las dificultades, problemas y sufrimientos que enfrentamos vayan a desaparecer. Sino porque el mal y la muerte no tienen la última palabra. El fundamento de la existencia es el amor. El amor encarnado de Dios en Cristo Jesús.

Ser Cristiano no significa tener un pase libre de las consecuencias históricas y naturales del pecado, ser Cristiano es amar y ser amado por aquel que nos creó y llama por nuestro nombre.

Cuando Dios nos dice que tiene planes de prosperidad para nosotros, quien nos habla es el Dios personal, el Dios de la historia, el Dios de la creación, el Dios de la encarnación, que tiene un plan, que crea las cosas con un sentido. Es el Dios de la providencia que actúa en la historia y en nosotros. Pero primero hay que entrar en la dinámica del amor divino y escuchar su voz y entender la ‘prosperidad’ de Dios… que es nuestra relación con él. No es lograr todo lo que quiero, no es ser protegido de todos los sufrimientos, no es jamás llorar, no es jamás morir… es escuchar:

"Aquí estás tú
y aquí estoy Yo,
y eso es lo único
que importa"

No tener miedo es caminar con Cristo toda nuestra vida, es jamás volver a estar solos.