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Una conversación con un amigo acerca de hablar de Dios a los demás:

…Pero todos los días debemos recordar que servimos a Dios y no Dios a nosotros.

Ni tu ni yo ni vamos a «convertir» a nadie. Nuestra misión es anunciar la alegría de lo que a nosotros se nos anuncio y hemos vivido, la fe en un Dios que nos ama, un Dios vivo.

Muchas veces confundimos el celo por Dios con el celo por la ley, son dos cosas distintas. Dios puede salvar al mas aberrante de los pecadores si quiere, como quiera y cuando quiera y ni el más grande de los celosos por el derecho canónico, seguidor al pie de la letra todo el catecismo puede hacer nada por evitarlo.

Es cierto que la fe sin obras esta muerta, pero para que haya obras, primero tiene que haber fe, y para que alguien tenga fe debe primero «escuchar» el kerigma. El kerigma no es «ve y no tengas relaciones sexuales antes del matrimonio, no comas carne en cuaresma, no aplaudas en misa, apréndete el catecismo, repudia a los protestantes, grítales a todos lo que crees y si no creen, búrlate de ellos»… el kerigma es que Dios se encarno en Jesucristo, quién murió por nuestros pecados y resucitó, siendo primicia de nuestra propia resurrección si creemos y proclamamos que Jesús es el Señor. Si lo acogemos como nuestro salvador, resucitaremos con Él. El kerigma es la historia de salvación de un Dios que se cuela tras lineas enemigas para desterrar el pecado y la muerte, todo para salvarnos, del demonio y de nosotros mismos.

Después viene todo lo que Jesucristo espera de quien dice amarlo… amor de verdad a Él, y amor de verdad a los demás. Amor que concretamente se puede aplicar en lo que dice el catecismo. Pero el catecismo no precede al amor, ni el amor precede a la fe… es la fe la que hace nacer el amor (agape) y del amor se desprenden los actos concretos del amor que ves en el catecismo.

De la misma manera, en el apartado doctrinal la Iglesia a salvaguardado la verdad de «quién es Jesús»… expresada de manera maestra en el Credo. Los concilios, el derecho canónico, la tradición, todo eso es reflexión, teología, fórmula, que nacen de la revelación y el kerigma, que tienen su centro en el credo. Jesucristo no trajo nada de eso, es el Espíritu Santo quién lo va revelando cada vez con más claridad, pero la revelación y la encarnación preceden a todos los «sea anatema» que existen.

Lei una respuesta tuya que me pareció interesante «que tiene de malo ser fariseo, ellos eran celosos y respetuosos de la ley». Concuerdo contigo que no tiene nada de malo, de hecho San Pablo era fariseo, pero se puede caer en un peligro mortal, el peligro de poner la ley por encima de Cristo, que fue precisamente el error que cometieron los fariseos mientras Dios caminaba entre ellos, es el mismo peligro del cual advirtió San Pablo a los judaizantes. Al leer los evangelios te das cuenta de algo que vale la pena meditar, Jesús no se molestaba con las prostitutas, ni con los cobradores de impuestos, ni con los Romanos ¿a quién criticaba de manera absolutamente severa? A los fariseos, los escribas y los saduceos, por hipócritas, por dar cargas pesadas, por cerrar el cielo que el traía en «rebaja», por no respetar los derechos de los débiles utilizando la misma ley para eximirse de ello, ataca precisamente a los que se consideraban más santos, justos, rectos, seguidores y celosos de Dios.

Ese es el peligro, olvidar que detrás de esa persona que no entiende el ayuno, de esa persona que no entiende la salvación, de esa persona que rechaza a Dios, de esa persona que prefiere el sexo, de esa persona que encontró a Dios en el protestantismo, o en el islam, o en la iglesia ortodoxa, detrás de todos ellos hay un Dios que los busca, un Dios que los ama, un Dios que murió también por ellos y nuestra misión no es mostrarles como comportarse para lograr alcanzar a Dios (la ley) sino decirles con toda nuestras fuerzas de que precisamente ahí donde están o más bien, sin importar donde están, han sido encontrados por Dios en Cristo Jesús. Ni ellos (ni nosotros) iban (íbamos) a alcanzar nunca a Dios, por eso el se precipito desde el cielo y puso su morada ente nosotros… eso es lo que Dios nos mando a anunciar… y cuando todos ellos entonces puedan decir por ellos mismos, cada uno de manera personal: «Tú eres el Cristo», recién iniciará su camino de conversión, de vuelta existencial (metanoia) y en ese camino, la doctrina, los dogmas, la ley, la moral, la ética, todo eso le ayudarán a navegar en este mundo que está en guerra, no de unos contra otros, sino de nosotros contra el vacío de Dios, el mundo esta hambriento de Dios y Dios esta hambriento de que seamos sus manos para llevar su palabra a todos los rincones de la tierra.

¿Como logramos eso sin perder la verdad, sin dejar de proclamar no solo a Cristo sino sus exigencias, no solo el amor de paja, sino el amor de fuego? No siempre hay una sola respuesta, pero sospecho que tiene mucho que ver con dejar que Cristo sea Cristo y sea el quién sane, salve y convierta y nosotros seamos dóciles a él, anunciando con nuestro amor y nuestra vida que hemos sido encontrados y no podemos dejar de proclamar al Dios de Abram, Isaac y Jacob, mi Dios, que se volvió loco y se encarno, ¡por mi!… «Porque yo con que derecho puedo decir que alguien más te necesite, pero yo te necesito, porque soy pecador, porque soy pequeño, porque necesito tu amor, necesito que me levantes, me salves me rescates… ¡y vienes y lo haces! y te dejas caer en mis manos, manos de pecador que te clavaron en la cruz, manos que te traicionaron y te abandonaron, y aun así te precipitas a los infiernos muriendo, sintiendo incluso el abandono de ti mismo, todo para acompañarme hasta los rincones de la mismísima muerte… pero todo estaba escrito, el pecado y la muerte saboreaban la victoria y al tercer día les quitas la sonrisa, destrozas los grilletes de la muerte y dejas la tumba vacía, y los que te seguíamos y luego te abandonamos (porque yo hubiera huido también como tus apóstoles) quedamos confundidos y luego te vimos y luego creímos y luego comprendimos todo lo que decías, todo lo que proclamabas y ahora quedamos asombrados de que era verdad lo que en nuestro corazón ardía, eras YHVH caminando entre nosotros, la creación se ha recreado y todo se ha puesto a tus pies, yo quiero ponerme a tus pies, mi Señor, mi Salvador, mi Cristo… ¡solo quiero respirar para proclamar todo lo que he visto! y todo lo que he visto eres tú.»