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¿QUÉ ES?
La Liturgia de las Horas es un conjunto de himnos, antífonas, salmos y oraciones, que se rezan a lo largo del día en distintas horas —las horas canónicas—.

¿POR QUÉ REZARLAS?
Para mi son las oraciones por excelencia, es participar de la fe, de la palabra, de la vida de toda la Iglesia, es hablar con Dios con las mismas palabras que nos ha enseñado a través de la Biblia, con la misma sensibilidad y sentimiento de los hombres que claman, alaban, dialogan con Él a través de la historia sagrada.

Que lo primero que hagas al levantarte sea rezar Laudes y lo último que hagas en el día sea rezar Vísperas o Completas.

¿CUÁLES SON LAS HORAS?

LAUDES: Oración de la mañana, al levantarse.
HORA TERCIA: Oración hacia las nueve de la mañana.
HORA SEXTA: Oración del mediodía.
HORA NONA: Oración hacia las tres de la tarde.
VÍSPERAS: Oración al finalizar las tareas, de las seis a las ocho de la tarde.
OFICIO DE LECTURA: Una oración, que actualmente puede ubicarse en cualquier momento de la jornada.
COMPLETAS: Oración inmediatamente antes del reposo nocturno.

Siete momentos de oración en el transcurso de cada jornada, según aquello del salmo: “Siete veces al día te alabo por tus justos juicios” (Salmo 119, 164).

De estos siete momentos hay dos que son principales y se consideran como ejes de toda la Liturgia de las Horas: Laudes y Vísperas.

EL CONTENIDO DE LAS HORAS:

  • Un himno inicial que –poéticamente- nos ubica en el momento propio en que se hace la plegaria.
  • Tres salmos.
  • Una lectura bíblica: extensa en el “Oficio de Lecturas”, menos extensa en las restantes horas.
  • Oración de intenciones en Laudes y Vísperas.
  • Oración conclusiva.

¿CÓMO REZARLAS?

APPS: Actualmente es muy fácil, existen aplicaciones para móvil y páginas web para rezar la Liturgia de las Horas:

SITIOS WEB:

LIBROS:

También puedes adquirir versiones impresas: (San Pablo / Buena Prensa)

«A ti, Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo,
inclina tu oído hacia mí;

ven aprisa a librarme,
sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte…»
(Sal 30)