Tiempo de lectura: 2 min. ⏳

¿Por qué existe el mal, el dolor y el sufrimiento?

EL MAL ES UNA POSIBILIDAD QUE TENEMOS. Vivimos en una realidad donde mis actos afectan lo que me rodea, lo afectan generando dolor o dicha, sufrimiento o alegría, edificación o destrucción… a quienes me rodean, a lo que me rodea, a las personas, a los objetos, al universo entero.

Queremos encontrar una razón compleja a algo que es muy sencillo de comprender… yo puedo impactar lo que me rodea y yo puedo elegir ese tipo de impacto. Es al final una posibilidad que se abre frente a mi, y frente a todo ser humano. Ninguna otra criatura tiene ante sí, la terrible posibilidad de elegir y determinarse por algo a pura voluntad.

El sufrimiento en primer grado es provocado por este mal, que se va generando en nuestros actos; asesinatos, odio, deseo de dañar, perversión…

¿Y el dolor? El dolor es una reacción natural ante lo que nos hace daño, es parte de nuestro ser “hombres” insertados en este mundo, en la naturaleza con sus propias leyes de vida y supervivencia.

Quemarme me duele porque es un aviso de que el fuego hace daño. El dolor es “indolente” e indiferente al objeto del dolor. El dolor provocado por un golpe es indiferente a si fue por una caída accidental, por un golpe premeditado de alguien más o si le duele a un hombre, un animal u otro ser sensible. El dolor es parte de esta creación y sus leyes.

¿Y por qué sufrimos ante ese dolor? Este es el misterio. Sufrimos porque de alguna manera creemos que no deberíamos sufrir, sufrimos porque somos conscientes de que algo nos duele y sabemos, intuimos, que nuestra dignidad es mayor al dolor al que somos sometidos.

Un deportista de alto rendimiento el cuál siente un dolor inigualable en sus entrenamientos y en su camino a la gloria, no sufre… le duele sí, pero sabe que ese dolor lo llevará a lo que el nombra “su grandeza”. Cualquiera odiaría ser sometido a una cirugía pero cuando la cirugía dará como resultado una anhelada imagen de belleza, el dolor no se convierte en sufrimiento porque queda relegado a la promesa de una satisfacción (por muy superficial o pasajera).

Cuando sufrimos porque algo nos “duele” es por que pensamos, interiorizamos, —irónicamente en el subconsciente— que esa enfermedad me disminuye, que ese dolor no es justo, que esa muerte acaba con todo lo que realmente anhelo.

El sufrimiento es la discrepancia abismal que hay entre lo que se, intuyo y deseo profundamente y lo que la vida, ésta vida y ésta creación me da. Esta vida no me llama por mi nombre, no me conoce, no sabe lo que deseo, no entiende que tengo voluntad, inteligencia, entendimiento, memoria, no me comprende… es la soledad absoluta de quién grita “¡yo se! ¡yo pienso! ¡yo amo! ¡yo anhelo! ¡yo entiendo! yo veo y todo me es inteligible, todo lo puedo comprender, pero la creación me devuelve un silencio, no me dice, no me llama por mi nombre, no ve en mi ningún sentido”.

—CJBS

¿Y cómo explica Dios el sufrimiento y el mal?, ese diálogo será para otra semana. Suscríbete al blog si quieres que te avisemos cuando salga un nuevo diálogo.