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Los Evangelios son los textos más estudiados de toda la humanidad. No es de extrañar, ya que en sus palabras se encuentra el testimonio de quién se declaró a sí mismo Dios hecho hombre. Si de lo que se habla es cierto, no existe nada más importante en todo el cosmos que lo que ahí se dice.

Pero, ¿podemos confiar lo que se nos transmite?

La mayoría de los textos acerca de futbol, arquería, cocina, arte, poesía, biología, música, etc. fueron escritos por entusiastas del tema. Quienes hablan son enamorados de lo que escriben y no podrían demostrarlo mejor que intentando contagiarnos de su misma pasión. No es de extrañar que quién nos hable más de Cristo sean quienes lo amaban, los propios Cristianos.

Tampoco hay que confundir el hecho de que alguien tenga un objetivo al escribir con que lo que dice no sea verdadero. La verdad de la evidencia que produce es independiente de su objetivo. Una persona inocente acusada injustamente, puede tener mucho interés en probar su inocencia, y seso no significa que lo que diga no sea verdadero.

Algunas referencias hostiles acerca de Cristo y los Cristianos

Cornelio Tácito (55–120 d.C.) fue un historiador, senador, cónsul y gobernador del Imperio Romano. Escribió varias obras históricas, biográficas y etnográficas, entre las que destacan “Los Anales” y “Las Historias”.

En los Anales escribe acerca de Cristo y los Cristianos, puedes ver el estudio completo aquí. El resumen de lo que entendemos al leerlo es el siguiente:

  • Tácito no tenía simpatía por los Cristianos
  • Se les llamaba Cristianos por su líder crucificado, en tiempos de Tiberio y Poncio Pilato
  • Al momento del gran incendio en Roma (64aC) había una gran multitud de Cristianos en Roma, “multitudo ingens”

El Cristianismo se propagó rápido y lejos, por lo que es muy cuestionable pensar que las bases de la fe: la divinidad de Cristo, Hijo del Padre, profetizado en las escrituras, crucificado por nuestros pecados y levantado de lo muertos… hubieran sido posteriores desarrollos de la fe.

Cayo Plinio Cecilio Segundo (61–112 d.C.), mejor conocido como Plinio el Joven, fue Senador, Cónsul, Gobernador, abogado y escritor romano.

Mientras Plinio gobernaba Bithynia et Pontus (actual Turquía) escribe una carta al emperador Trajano alrededor del año 112 d.C. y le pide consejos sobre cómo tratar con los Cristianos, puedes ver el estudio completo aquí. El resumen de lo que entendemos al leerlo es el siguiente:

  • Cristo fue crucificado en tiempo de Poncio Pilato
  • Fue tratado como un Dios, por personas que retenían la creencia fundamental Judía de un solo Dios
  • El Cristianismo se expandió rápido, y era difícil ser Cristiano ya que eran perseguidos
  • Había una cantidad enorme de Cristianos, de diferentes edades, de diferentes etnias
  • Que los Cristiano se imponían un juramento no ya a perpetuar cualquier delito, sino a no cometer hurtos, fechorías o adulterios, a no faltar a nada prometido, ni a negarse, a hacer un préstamo del depósito

Plinio habla también de una gran multitud de Cristianos, tantos que el negocio de comprar ofrendas para los templos paganos estaba sufriendo, los templos se veían desiertos. Está situación es también narrada en Hechos 19 en otra región distinta.

El hecho de que hubiera una gran cantidad de Cristianos extendidos por todo el imperio, muestra que los principios del Cristianismo, la pasión, muerte, resurrección e identidad de Jesús, estaban fijadas desde un inicio y no fueron desarrollos legendarios que se fueron agregando posteriormente.

Plinio habla acerca de Cristianos que lo fueron hasta 20 años antes (90dC) y que su único pecado era reunirse a cantar himnos a Cristo como a un Dios. Para Plinio y Trajano la prueba para no castigar a los Cristianos era clara, adorar al emperador o a los dioses romanos, lo que significaba un entendimiento de que los Cristianos efectivamente adoraban a Cristo.

¿Por qué el Cristianismo se expandió tan rápido y cómo alguien que había sido ejecutado públicamente por los Romanos podría comenzar a ser adorado? Los Judíos odiaban la adoración a simples humanos y los paganos no iban a aceptar rápidamente unas creencias que tenían raíces eminentemente Judías.

¿PODEMOS CONFIAR EN LOS EVANGELIOS?
I – Fuentes
II – Los Cuatro Evangelios
III – Geografía
IV – Personas