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¿Jesús resucitó de los muertos?

Para poder hablar de esto delinearé cuatro aspectos claves:

  1. Jesucristo murió
  2. Jesucristo fue enterrado
  3. La tumba de Jesucristo se encontró vacía
  4. Jesucristo se apareció a distintas personas y grupos y ellos creyeron y proclamaron su resurrección

Antes de hablar de esos cuatro puntos quiero hablar acerca de las “fuentes”. He escuchado muchas veces la siguiente pregunta ¿Qué fuentes además del Nuevo Testamento existen acerca de Jesucristo?

La pregunta es natural, pero una vez que estudias a fondo la cuestión te das cuenta que es innecesaria.

El Nuevo Testamento que conocemos hoy no existía como tal hasta años después de los eventos que sucedieron alrededor de la vida de Jesús. Lo que había antes era una colección independiente de escritos y tradiciones orales acerca de su vida. Estás tradiciones existieron desde la muerte de Cristo y se fueron convirtiendo en documentos escritos que circulaban en la época, para posteriormente recopilarse en el conjunto que hoy llamamos Nuevo Testamento (NT).

El NT fue formado precisamente de las mejores fuentes independientes que circulaban de Jesús en la época, de todos los escritos y tradiciones se eligieron las que precisamente reflejaban lo que los primeros apóstoles y seguidores de Jesús habían experimentado de él.

¿Por qué no existen más fuentes?

Esta es quizá la más sencilla de todas las preguntas a responder. Aunque todo el mundo supiera escribir, ya circulaban las historias de Jesús, sus enseñanzas, las narraciones de su crucifixión, muerte, tumba vacía, y apariciones como resucitado, así que no se sigue de inmediato que todos los que tuvieron contacto con él quisieran agregar algo extra o contar lo mismo que ya circulaba, y los que lo hicieron se integraron o convirtieron en dichas tradiciones.

¿Y los que no creyeron en él? La historia romana estaba ocupada de sí misma. Los grandes historiadores estaban atareados en los propios acontecimientos del Imperio, contando la vida de los Césares y narrando las historias bélicas.

Es por eso aún más impactante es que tengamos al menos 4 tradiciones de alguien que a los ojos de la historia universal fue insignificante… esto quiere decir que el impacto que tuvo entre los que lo conocieron fue radicalmente poderoso.

Lo que podríamos conocer de Jesús por fuentes no Cristianas sería exclusivamente el impacto de los Cristianos en el mundo Pagano.

¿Y que hay de las fuentes de los no creyentes? ¿Qué fuentes tenemos?

Flavio Josefo, historiador Judeo-Romano tiene un par de menciones a Jesús:

Por aquel tiempo existió un hombre sabio, llamado Jesús, si es lícito llamarlo hombre, porque realizó grandes milagros y fue maestro de aquellos hombres que aceptan con placer la verdad. Atrajo a muchos judíos y a muchos gentiles. Era el Cristo. Delatado por los principales de los judíos, Pilato lo condenó a la crucifixión. Aquellos que antes lo habían amado no dejaron de hacerlo, porque se les apareció al tercer día resucitado; los profetas habían anunciado éste y mil otros hechos maravillosos acerca de él. Desde entonces hasta la actualidad existe la agrupación de los cristianos.

Antigüedades judías, 18:3:3.

Algunos creen que algunas palabras pudieran ser interpolaciones (añadidos) Cristianos posteriores, pero reconocen un núcleo original. Aún si aceptáramos algunas añadiduras, se habla de Jesús, sus enseñanzas, sus milagros y su crucifixión a manos de Pilato, así como de la existencia de Cristianos.

En 1972 el profesor Schlomo Pines, de la Universidad Hebrea en Jerusalén, anunció su descubrimiento de un manuscrito árabe del historiador melquita Agapio, del siglo décimo, en el que el pasaje de Josefo queda expresado de una manera apropiada para un judío, y que se corresponde de una forma tan estrecha a las anteriores proyecciones hechas por eruditos acerca de lo que Josefo habría escrito originalmente. El texto de Agapio es el siguiente:

En este tiempo existió un hombre de nombre Jesús. Su conducta era buena y era considerado virtuoso. Muchos judíos y gente de otras naciones se convirtieron en discípulos suyos. Los convertidos en sus discípulos no lo abandonaron. Relataron que se les había aparecido tres días después de su crucifixión y que estaba vivo. Según esto fue quizá el mesías de quien los profetas habían contado maravillas.

Agapio. Siglo X

Este texto nos da un párrafo más que podría considerarse directo de Josefo y no una adición Cristiana: Relataron que se les había aparecido tres días después de su crucifixión y que estaba vivo.

De Josefo podemos entonces concluir que tenemos una fuente fuera de los evangelios que nos dice que:

  • Jesús era una persona virtuosa
  • Obraba milagros
  • Judíos y gente de otras naciones se convirtieron en sus discípulos
  • Fue crucificado por Pilato
  • Sus discípulos predicaban que se les había aparecido tres días después de su crucifixión y estaba vivo
  • Que se le proclamaba como de quién los profetas habían hablado

Josefo también habla de la muerte de Juan el Bautista y del martirio de Santiago.

Plinio el Joven

Cayo Plinio Cecilio Segundo, más conocido como Plinio el Joven.

Este autor nació en Como, hacia el año 61 d.C., en una familia noble.

En torno a los años 112 y 113 alcanzo la cumbre de su carrera pública al ser nombrado legado imperial para las provincias del Ponto y de Bitinia. En esa época publicó sus Epístolas, en una de ellas de incalculable valor histórico, en el que se recopila su correspondencia con el emperador Trajano. En el se alternan las consultas de Plinio sobre cuestiones concretas y las respuestas del más alto mandatario Romano.

Plinio a Trajano…

Señor, es regla mía someter a tu arbitrio todas las cuestiones en las que tengo alguna duda. ¿Quién mejor para encauzar mi inseguridad o para instruir mi ignorancia? Nunca he llevado a cabo investigaciones sobre los cristianos: no sé, por tanto, qué hechos ni en qué medida deban ser castigados o perseguidos. Y harto confuso me he preguntado si no se debería hacer diferencias a causa la edad, o si la tierna edad ha de ser tratada del mismo modo que la adulta; si se debe perdonar a quien se arrepiente, o bien si a quien haya sido cristiano le vale de algo el abjurar; si se ha de castigar por el mero nombre (de cristiano), aun cuando no hayan hecho actos delictivos, o los delitos que van unidos a dicho nombre.

Entre tanto, así es como he actuado con quienes me han sido denunciados como cristianos. Les preguntaba a ellos mismos si eran cristianos. A los que respondían afirmativamente, les repetía dos o tres veces la pregunta, amenazando con suplicio; a quienes perseveraban, les hacia matar. Nunca he dudado, de hecho, fuera lo que fuese lo que confesaban, que tal contumacia y obstinación inflexible merece castigo al menos. A otros, convictos de la misma locura, he hecho trámites para enviarlos a Roma, puesto que eran ciudadanos romanos. Y muy pronto, como siempre sucede en estos casos, propagándose el crimen al igual que la indagación, se presentaron numerosos casos distintos. Me fue enviada una denuncia anónima que contenía el nombre de muchas personas. Quienes negaban ser haber sido cristianos, si invocaban a los dioses conforme a la fórmula que les impuse, y si hacían sacrificios con incienso y vino a tu imagen, que a tal efecto hice instalar, y maldecían además de Cristo –cosas todas ellas que, según me dicen, es imposible conseguir de quienes son verdaderamente cristianos– consideré que debían ser puestos en libertad. Otros, cuyo nombre me había sido denunciado, dijeron ser cristianos pero poco después lo negaron; lo habían sido, pero después habían dejado de serlo, algunos al pasar tres años, otros más, otros incluso tras veinte años. También todos estos han adorado tu imagen y las estatuas de nuestros dioses y han maldecido a Cristo. Por otro lado, ellos afirmaban que toda su culpa o error había consistido en la costumbre de reunirse un día fijo antes de salir el sol y cantar a coros sucesivos un himno a Cristo como a un dios, y en comprometerse bajo juramento no ya a perpetuar cualquier delito, sino a no cometer hurtos, fechorías o adulterios, a no faltar a nada prometido, ni a negarse, a hacer un préstamo del depósito. Terminados esos ritos, tienen por costumbre separarse y volverse a reunir para tomar alimento, por lo demás común e inocente. E incluso de estas prácticas habían desistido a causa de mi decreto por el que prohibí las asociaciones, siguiendo tus órdenes. He considerado necesario arrancar la verdad, incluso con torturas, a dos esclavas que se llamaban servidoras. Pero no conseguí descubrir más que una superstición irracional y desmesurada.

Por eso, tras suspender las indagaciones, acudo a ti en busca de consejo. El asunto me ha parecido digno de consultar, sobre todo por el número de denunciados: Son, muchos, de hecho de toda edad, de toda clase social, de ambos sexos, los que están o estarán en peligro. Y no es sólo en las ciudades, también en las aldeas y en los campos donde se ha difundido el contagio de esta superstición. Por eso me parece necesario contenerla y hacerla acallar. Me consta, de hecho, que los templos, que habían quedado casi desiertos, comienzan de nuevo a ser frecuentados, y que las ceremonias rituales que hace tiempo habían sido interrumpidas, se retoman, y que se vende en todas partes la carne de las víctimas que hasta la fecha tenían escasos compradores. De donde puede deducir qué gran cantidad de hombres podría enmendarse si se aceptase su arrepentimiento.

Epístolas X, 96

Precisamente esta carta que Plinio escribe a Trajano desde Bitinia constituye un documento excepcional sobre la rápida expansión de los discípulos de Cristo y el fuerte arraigo de la creencia en el carácter divino de Jesús, compartida por jóvenes y ancianos, hombres y mujeres, gentes de la ciudad y del campo, personas de todas las clases sociales.

Tácito

Tácito aporta otra referencia histórica en el año 116 ó 117:

Por lo tanto, aboliendo los rumores, Nerón subyugó a los reos y los sometió a penas e investigaciones; por sus ofensas, el pueblo, que los odiaba, los llamaba “cristianos”, nombre que toman de un tal Cristo, que en época de Tiberio fue ajusticiado por Poncio Pilato; reprimida por el momento, la fatal superstición irrumpió de nuevo, no sólo en Judea, de donde proviene el mal, sino también en la metrópoli (Roma), donde todas las atrocidades y vergüenzas del mundo confluyen y se celebran.

Anales, 15:44:2-3

Suetonio

Hacia el año 120, el historiador romano Suetonio escribió una obra llamada “Sobre la vida de los Césares”. En el libro dedicado al emperador Claudio (41-54), Suetonio escribe que Claudio “expulsó de Roma a los judíos, que provocaban alborotos continuamente a instigación de Cresto”. La expulsión de los judíos de Roma por orden de Claudio se menciona también en los Hechos de los Apóstoles (18,2).

¿Por qué habría fuentes de los no creyentes más que las menciones que ya conocemos?

El punto precisamente de Jesús es que su importancia universal aparece en el impacto del Cristianismo y su expansión, en la locura de unos discípulos que son torturados y mueren por predicar la resurrección de Jesús. Para un espectador imbuido en el diario quehacer de su vida, Jesús fue un maestro Galileo que lo crucificaron y mataron como muchos otros antes y después de él.

Queremos ver esta pregunta con los ojos del crítico de hoy, que reconoce la vital importancia de la pregunta ¿Quién es Jesucristo?, pero para el Romano y Judío del Siglo I, que escucharon a Jesús solamente de pasada, que lo vieron quizá predicar, que lo vieron morir pero no resucitar… su importancia es insignificante. El mundo comienza a preguntarse ¿Quiénes son estos Cristianos y a quién siguen, que predican? cuando la fuerza arrolladora de los mismos comenzaron a tomar el mundo conocido, recién ahí comienza el interés histórico de Cristo. Hay pocas fuentes no Cristianas de Jesús porque la figura de Jesús sin ser Cristo no tiene importancia… es claro que su importancia viene para aquellos que los vieron vivo después de su crucifixión y comprendieron todo lo que hablaba y decía acerca de si mismo, y dieron la vida para llevar la verdad de que Dios se mostró en Jesucristo como ya se había predicho siglos atrás. Y de ese impacto y expansión es donde nacen las múltiples fuentes extra-NT que hablan de Jesús y los Cristianos.

Aclarando lo de las fuentes vayamos a los cuatro puntos acerca de la resurrección de Jesús:

HECHO 1: Jesucristo murió

En el NT es claro que Jesucristo es crucificado, muere, es enterrado, y se encuentra su tumba vacía. ¿Qué datos interesantes tenemos de este hecho?

  1. Que Jesús murió crucificado es atestiguado por los escritos del Nuevo Testamento, por historiadores independientes, por los propios Judíos.
  2. La narración del Nuevo Testamento no deja duda que Jesús murió.
  3. Los romanos eran profesionales de la crucifixión, si alguien era crucificado era para morir. Los verdugos no dudan en no quebrarle las piernas pues habían comprobado que había muerto. La lanza que atraviesa el costado de Cristo hubiera sido mortal de no haber muerto antes de asfixia. Pilato pidió pruebas de la muerte de Jesús antes de entregar su cuerpo.
  4. Las autoridades religiosas Judías lo querían/necesitaban muerto, no se hubieran tomado toda la molestia de lograr su condena para dejarlo vivir después de una crucifixión. Cuando se enfrentan a los Cristianos no es para decir “su maestro no murió” sino para atestiguar que habían robado el cuerpo.
  5. Es muy improbable que un hombre casi muerto que haya escapado la maquinaría romana, la lanza, las instrucciones de Pilato, y las autoridades Judías, haya estado en una tumba, cuando lo que requeriría sería una atención médica urgente. Y más improbable que éste hombre haya sido quien inspiró la certeza de que había realmente resucitado glorioso a todos a quienes se les apareció. Certeza que los llevó a la fuerza imparable que es el Cristianismo.
  6. No es coherente tampoco con la descripción de Jesús. Para hacer válida de la teoría que no murió además de todo lo anterior hay que afirmar sin dejo de duda que Jesús era un charlatán que desde un inicio su deseo era engañar a todos los que lo seguían, es decir era un loco o demente.

Los anteriores son solos algunos puntos por los cuales historiadores y eruditos, Cristianos y escépticos, concluyen que Jesús murió en la cruz.

HECHO 2: Fue enterrado por José de Arimatea

  1. Siendo José de Arimatea parte de la corte que condenó a Jesús es poco probable que los Cristianos inventáran esta historia, sería muy poco verosímil primero que crearan un personaje que tendría que ser conocido por el Sanedrín (las autoridades religiosas Judías) y/o se le haya imputado este hecho a un personaje real, pero de manera falsa.
  2. Uno de los datos más interesantes es la respuesta de los enemigos de los apóstoles y Jesucristo: los Judíos, quienes ante la pretensión de que Jesús había resucitado replican que los discípulos habían robado el cuerpo. Ya el evangelio nos habla de esta disputa. Para poder afirmar esto los Judíos debían conocer que Jesús había sido enterrado en un lugar conocido si no hubieran argumentado simplemente que el cuerpo había sido perdido, puesto en la fosa común, etc.

Hecho 3: La tumba de Jesucristo se encontró vacía

  1. Como ya se ha mencionado, los enemigos de los Cristianos, los Judíos, testifican que la tumba estaba vacía cuando argumentan que los discípulos habían robado su cuerpo.
  2. Falta de mitología. A diferencia de cualquier relato mitológico o legendario, la resurrección es narrada de manera parca, sin adornos ni teología.
  3. Los evangelios narran a unas mujeres seguidoras de Jesús como las primeras testigos de la tumba vacía. Como nos menciona Josefo (historiador judío), el testimonio de una mujer era poca cosa y no tenía ni siquiera validez legal. Si la historia iba a ser inventada eran los discípulos quienes hubieran encontrado la tumba abierta.

Hecho 4: Jesucristo se apareció a distintas personas y grupos, estas personas creyeron que realmente Jesucristo había resucitado

  1. Tradiciones que datan desde los primeros años después de la muerte de Jesucristo tenemos una lista de testigos de su resurrección, ej. 1Cor 5-7 una de las referencias más tempranas de la tradición Cristiana.
  2. Se atestiguan las apariciones en los 4 evangelios (múltiples tradiciones).
  3. Algunas apariciones apuntan a una historicidad en la resurrección. Por ejemplo, ni Santiago ni ningún familiar de Jesús había creído en Él en vida. Pero es indiscutible que tanto Santiago como otros parientes de Jesús se convirtieron en creyentes después de la muerte de Jesucristo. Santiago fue considerado un apóstol y eventualmente tomó el liderazgo de la Iglesia de Jerusalén. Flavio Josefo nos narra que Santiago fue martirizado por su fe a finales del 60 D.C. ¿Qué hace falta para convencerte de que tu familiar es el Señor, de manera tan certera como para morir martirizado por ello? En palabras de Pablo: “… entonces se le apareció a Santiago”
  4. El líder de los discípulos estaba muerto. Los Judíos no creían en un Mesías muerto, mucho menos “resucitado”. El mesías debía sacar a los enemigos de Israel (Roma) y restablecer el reino de David, no morir en la ignominiosa ejecución de un criminal.
  5. Según la ley Judía, la ejecución de Jesús como criminal lo mostraba como un hereje, un hombre literalmente bajo la maldición de Dios (Deut. 21,23). La catástrofe de la crucifixión para los discípulos no era simplemente que su maestro estaba muerto, sino que los Fariseos tuvieron la razón todo el tiempo, durante tres años estuvieron siguiendo a un hereje maldito por Dios.
  6. Las creencias Judías acerca de la vida después de la muerte no incluían la resurrección de los muertos a la gloria e inmortalidad antes de la resurrección que vendría al final de los tiempos. Lo más que los discípulos podían hacer era preservar la tumba de su maestro con veneración hasta que los justos fueran llamados a la gloria por Dios.

A pesar de todo esto, los discípulos creyeron y estaban dispuestos a morir por el hecho de que Jesús había resucitado.

“Algún tipo de poderosa y transformadora experiencia se requiere para generar el movimiento que fue el Cristianismo en sus inicios…” Luke Johnson, erudito Nuevo Testamento

“Es por eso, que como historiador, no puedo explicar el nacimiento del Cristianismo temprano, a menos de que Jesús se haya levantado, dejando una tumba vacía detrás de Él…” N.T. Wright, eminente erudito Inglés

¿La verdad?, La verdad

Existen muchas hipótesis a todos estos hechos, pero ninguna tiene el alcance explicativo de la resurrección: explica porque la tumba estaba vacía, porque los discípulos vieron apariciones de Jesús, y porque la fe Cristiana tuvo un comienzo con tal fuerza; explica porque el cuerpo de Jesús ya no estaba, porque la gente vio repetidamente a Jesús vivo a pesar de su ejecución pública unos días antes…

Es plausible: tomando en cuenta el contexto histórico de Jesús, su vida, lo que enseñaba y decía, la resurrección sirve de confirmación divina de lo radical de su persona y sus palabras; no es ad hoc o complicada: requiere solamente una hipótesis extra, que Dios existe. Comparar esto con las múltiples suposiciones que se requieren para explicarlo de otra manera.

Va de acuerdo con creencias aceptadas: la hipótesis, “Dios levantó a Jesús de entre los muertos” no entra en conflicto con la creencia aceptada de que las personas no se levantan naturalmente de la muerte. Los Cristianos aceptan esto con la misma fuerza con la que aceptan que Dios levantó a Jesús de entre los muertos; de lejos supera cualquier hipótesis rival en lograr las condiciones anteriores.

A lo largo de la historia varias explicaciones alternativas de estos hechos se han ofrecido, por ejemplo la hipótesis de la conspiración, la hipótesis de la muerte aparente, la hipótesis de la alucinación, del doble entierro, etc. Esas hipótesis se han rechazado casi completamente por los eruditos modernos. Ninguna de estas hipótesis naturalistas logran cumplir con el rigor de condiciones de historicidad y explicación que la realidad de la resurrección.

Estas 6 pruebas son las que los historiadores usan en determinar la mejor explicación a los hechos históricos. C. B. McCullagh  nos los explica en su libro Justificando Descripciones Históricas.

Dios resucitó a Jesús de entre los muertos

Todo esto pone al escéptico en una situación de escucha. ¿Por qué no escuchar lo que Jesús tiene que decir antes de  descartar la evidencia más plausible, por teorías cada vez más elaboradas y muchas veces sin sentido?

La importancia de la resurrección de Jesús radica en el hecho de que no es un simple cualquiera quién fue levantado de la muerte, sino Jesús de Nazaret, quien fue crucificado por instigación de los líderes Judíos por sus blasfemas afirmaciones divinas. Si este hombre fue levantado de entre los muertos, entonces el Dios al que supuestamente él había blasfemado estaba claramente reivindicando y apoyando esas afirmaciones. En una era de relativismo religioso, la resurrección de Cristo constituye la roca sobre la cual la humanidad, el hombre, sea Cristiano o escéptico, puede encontrar respuestas a sus preguntas más profundas, quién es Dios, quién eres tú, que debes hacer…

 

Este artículo contiene múltiples referencias de: William Craig, N.T. Wright y otros eruditos que han tratado exhaustivamente la resurrección.