Sigo muchos de los blogs que se oponen al Pontificado del Papa Francisco. Los que critican una que otra cosa, los que dicen que no hay Papa real o que Benedicto XVI es el verdadero Papa, y los que creen que Francisco es el anticristo. Es importante para mi entender el pulso de estos grupos ya que me permite entender más la realidad que vivimos.
Todos estos grupos tienen algo en común, no han querido ver al Espíritu Santo detrás de Francisco y se están perdiendo la siembra de este siglo.
La crítica más reciente la hacen con respecto a la visita del Santo Padre a Irak:
“Ha hecho el ridículo”
“Se ha inclinado ante los Musulmanes”
“No ha hablado con claridad acerca de la supremacía de Cristo”
“Ha hablado a asesinos y no los ha desenmascarado”
“etc…”
¿Qué quieren? Quieren un espíritu “cruzado”, un Papa que de una vez por todas le declare la guerra al mundo Musulmán, que en su visita a Irak hubiera llamado asesinos a los líderes que lo recibieron, que les grite que no adoramos al mismo Dios Abrahámico y que tienen que convertirse a Cristo. Con eso, Europa se uniría una vez más como la “poderosa” Cristiandad y expulsaría al Islam, conquistando de nuevo todo “para Cristo”. O esa es la fantasía.
El problema de esta visión, es que sigue la mentalidad mundana y política que durante muchos siglos la Iglesia aplicó gracias a su romance con el poder secular. Algo que pertenece a la “historia” de la Iglesia pero no a la “esencia” de la Iglesia.
Lo que estos grupos no ven, es que el Reino de Dios es como un grano de mostaza, como una semilla, como una siembra. El Papa Francisco no está pensando en los siguientes 3 años, ni siquiera en los siguientes 10, sino más allá. Es la visión que el Espíritu Santo le otorga (sea que el Santo Padre sea consciente de ello o no).
Cuando el Papa Francisco se plantó en Irak y habló de la reconciliación, de la paz, no hablaba a los líderes religiosos, le estaba hablando al PUEBLO. Al pueblo Musulmán y al pueblo Cristiano. Estaba sembrando la paz que brotará no hoy sino años más adelante. Estaba preparando el terreno para Cristo.
Cuando tengo un debate con un ateo en redes sociales, la gente me dice que es inútil y pérdida de tiempo discutir sobre algo que el otro no quiere ver, y quizá tengan razón. Pero lo que les hago entender es que el debate NO es para los que estamos debatiendo, sino para los cientos o miles que están, desde el anonimato, escuchando, pensando, viendo las cosas de otra manera.
Lo mismo pasó en Irak. El Papa estaba plantando, discretamente, sutilmente, las condiciones para que se siembre el Evangelio.
La mentalidad mundana que tanto criticamos de los poderes medievales y la mentalidad inmediatista que tanto criticamos a la modernidad, están también como tentación e ídolo para la Iglesia, en ambas épocas hemos caído en los mismos vicios que el mundo. Queremos una conversión a la fuerza, queremos una conversión expedita, la queremos ya y la queremos ahora. No queremos plantar sin sembrar y menos aún, plantar y que otro sea el que siembre dentro de 40 años.
Claro, lo más fácil para el Papa hubiera sido ir a Irak, llamar asesinos a los líderes Musulmanes, exigir que dejen de perseguir a los Cristianos, gritar viva Cristo Rey y esperar el “martirio”. Hubiera obtenido el aplauso de estos grupos que están peleando contra Dios (como Sáulo), y hubiera logrado… nada.
Estos grupos no son astutos como serpientes, ni mansos como Corderos, sino ciegos como borregos y agresivos como serpientes.
El Espíritu Santo ha decidido, y eso es a lo que huelen los tiempos… SEMBRAR. La pandemia, la crisis de la Iglesia, el Pontificado de Francisco, todo apunta a una época de espera y paciencia, de sembrar el Evangelio de manera pequeña y apelando a la libertad de la consciencia, no de manera contestataria y definitiva. Algo que apunta más a un Cristianismo primitivo e “insignificante” para el mundo, que tuvo que vivir entre el paganismo poderoso y dominante durante mucho tiempo, “convirtiendo” a base no de la fuerza, sino del amor y el testimonio.
Claro, otros quieren ver en todo esto “las señales del fin de los tiempos”, “el tercer secreto de Fátima”, “el anticristo”, “el nuevo orden mundial”, etc. A los primeros Cristianos les pasó lo mismo, creían que la segunda venida de Cristo era inminente… pero si hay algo claro es que precisamente para evitar la confusión y las “opiniones”, Cristo nos dejó a Pedro, nos lo dejó de guía:
“Pero no olviden, queridos hermanos, que para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día… Por eso, queridos hermanos, mientras esperan estos acontecimientos, esfuércense para que Dios los halle sin mancha y sin defecto, y en paz con él. Tengan presente que la paciencia de nuestro Señor significa salvación”
2 Pedro 3:8.14-15
Tengamos paciencia y dejemos que nuestro Pedro nos guíe en estos tiempos difíciles. Imitemos su forma de predicar y sembrar el Evangelio, con amor, caridad, testimonio, mirando a los ojos, uno a uno, en fraternidad… SIENDO LA PRESENCIA DE CRISTO AHÍ DONDE ESTAMOS.
Así dejaremos que Dios sea Dios y coseche a su tiempo y a su manera ahí donde nosotros sembramos. Creamos verdaderamente en que Cristo está con nosotros, vivo, trabajando, actuando a través de Pedro y a través de nosotros, su Iglesia… No nos durmamos, que Cristo está vivo y no duerme.
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