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La ideología de género es una corriente que pretende hacernos creer lo siguiente: que el ‘género’ sexual o identidad, no depende de una interrelación compleja entre biología, psicología y cultura, sino en una ‘elección’.

El término inglés gender apareció hace unos años en la literatura dedicada a las relaciones entre hombre y mujer. Traducido al español como género sería más fácilmente comprensible si se tradujera como “sexo”. El discurso sobre el género niega importancia a la diferencia genital entre hombre y mujer. [a]

Si tuviéramos que resumir la ideología del género en una sola frase, convendría recoger de nuevo la famosa frase de Simone de Beauvoir: “La mujer no nace: se hace” [1].

Es la versión ‘sexual’ del comunismo que trata de la luchas de clases. Los impulsores de la ideología de géneros creen: «que deben de “liberar” a la mujer de la imagen de madre en el hogar, educando a sus hijos y ocupándose de su familia, hay que proveerle de los medios necesarios: la anticoncepción y el aborto. Liberada de las responsabilidades del hogar y la familia, la mujer se podrá entregar a su papel de trabajadora, en igualdad con el hombre. Es así como afirman que las diferencias de papel entre hombre y mujer son de origen puramente histórico o cultural: el producto de una cultura en vías de extinción». [b]

Como se puede ver ya se han dado pasos agigantados en los últimos años hacia esta tendencia, poco a poco se ha logrado que la mujer de hoy desprecie a la familia y a los hijos como ‘estorbos’ para su carrera profesional que consistiría en ser productiva económicamente, competir con el hombre, y alcanzar reconocimiento, solo que yo pregunto ¿sin la familia qué sentido tiene el trabajo?

Quiero hacer una acotación, ya que muchos llaman a esto ‘feminismo’ o la liberación de la mujer, pero es incorrecto:

El término “feministas de género” fue acuñado en primer lugar por Christina Hoff Sommers en su libro “Who Stole Feminism?” (“¿Quién se robó el Feminismo?”), con el fin de distinguir el feminismo de ideología radical surgido hacia fines de los 60s, del anterior movimiento feminista de equidad.

Aquí las palabras de Hoff Sommers:

“El feminismo de equidad es sencillamente la creencia en la igualdad legal y moral de los sexos. Una feminista de equidad quiere para la mujer lo que quiere para todos: tratamiento justo, ausencia de discriminación. Por el contrario, el feminismo del género es una ideología que pretende abarcarlo todo, según la cual la mujer norteamericana está presa en un sistema patriarcal opresivo. La feminista de equidad opina que las cosas han mejorado mucho para la mujer; la feminista del género a menudo piensa que han empeorado. Ven señales de patriarcado por dondequiera y piensan que la situación se pondrá peor. Pero esto carece de base en la realidad norteamericana. Las cosas nunca han estado mejores para la mujer que hoy conforma 55% del estudiantado universitario, mientras que la brecha salarial continúa cerrándose” [1a] .

El feminismo de antaño defendía la igualdad ante la ley de las mujeres, así como oportunidades de trabajo, ¿Y quien pedía esas oportunidades? las mujeres viudas, madres solteras, que requerían mantener a sus pequeños y a sus familias. Las feministas no buscaban abolir su identidad, ni de tener un estado con el hombre de “igualitariedad”, aboliendo lo más propio de sus diferencias que constituyen su ser personas.

La mujer sin la maternidad

Para realizar esto, tienen que deshacerse de lo que más estorba a la mujer, ‘su maternidad’. ¿Cómo lograrlo? Imponiendo la idea de que la maternidad es un mito:

“Pensamos que ninguna mujer debería tener esta opción. No debería autorizarse a ninguna mujer a quedarse en casa para cuidar a sus hijos. La sociedad debe ser totalmente diferente. Las mujeres no deben tener esa opción, porque si esa opción existe, demasiadas mujeres decidirán por ella” [2a]

En su libro dedicado al amor materno, Elisabeth Badinter defiende que el instinto materno es un mito. En cuanto al amor materno, en su opinión, no se puede dar por supuesto [3]. En algunas de sus páginas, la maternidad se presenta como el lugar de alienación y esclavitud femenina. Es tiempo, pues, de “desmaternizar” a la mujer, de abolir las diferencias de papel entre hombre y mujer, para llegar a una “cultura unisex”. La diferencia y la complementariedad se sustituyen por la semejanza entre los sexos. Aparece la androginia y se promueve la valoración de una supuesta bisexualidad original de todas las personas. [c]

Pero estas conclusiones son por demás contradictorias con no solo el conocimiento natural y común, si no con otros estudios:

En virtud de los casos observados dentro de una práctica clínica sustentada en marcos teórico técnicos psicoanalíticos freudianos, kleinianos, y postkleinianos de las escuelas inglesa y americana, así como en la teoría de los sistemas; podemos afirmar que la maternidad es un fenómeno maravilloso en la mujer, implica el triunfo de su propia identidad, por lo cual tiene importancia y trascendencia en sí misma. La aseveración de esta importancia, radica en tomar en cuenta que en la mujer existe una interrelación entre fenómenos biológicos y psicológicos.

Así encontramos, desde la menstruación hasta la menopausia se desarrollan en la mujer procesos biológicos destinados a la maternidad. Cada mes, su matriz se prepara para recibir el óvulo fecundado (por el espermatozoide masculino), gracias a la función endocrina de sus ovarios. Al respecto nos dice Magda Catalán “La naturaleza femenina, su biología concretamente, le posibilita la entrega, la gravidez, el parto y la crianza; experiencias definitivas que la marcan profundamente, no cabe duda” (1983 pág. 37). Más adelante afirma “La maternidad es, desde siempre, un hecho indiscutible que ocupa un lugar concreto: el cuerpo de una mujer” (ibn. Pág. 80).

En el plano psicológico, tanto Freud, (1905, 1925, 1927-28, 1931), Deutch H. (1950), M. Klein M. (1961, 1964, 1969), Reik T. (1966) y Horney K. (1967); coinciden en que la maternidad es un deseo inconsciente que está presente en toda mujer. [3a]

Destruir a la familia

El otro campo en el que actúan es un campo que es compartido por otros grupos e ideologías. Al no existir diferencia alguna entre géneros (ni psicológica, ni biológica, ni de ninguna índole que no sea impositiva) la familia no tiene sentido, al menos no el sentido que conocemos.

La familia tradicional, heterosexual y monógama, se reduce a un modelo entre tantas otras uniones de carácter puramente contractual. [d]

La familia tradicional comprende la institución del matrimonio: compromiso en el tiempo, deberes de fidelidad, convivencia, socorro y asistencia libremente consentidos. Del matrimonio surge naturalmente la filiación. El estado de filiación no se inventa; se instituye socialmente como origen o proveniencia de toda persona, de la que no se puede disponer: ni el sujeto tiene poder para decidir que deja de ser hijo o hija de sus padres, ni éstos son dueños del vínculo que, sin embargo, procede de su acto procreador. La institución familiar tradicional es, pues, el lugar donde las personas se comprometen a construir juntos una nueva comunidad, estable y abierta a la vida. La familia es lugar de solidaridad, interdependencia consentida y fidelidad. [e]

La cultura anti-familia del género llama “familia” y equipara diferentes formas de unión que se fundan en contratos acordados entre individuos. Los vínculos que uno contrae con otro individuo serían entonces rescindibles en cualquier momento, si los términos dejan de convenirle, en el momento en que la supuesta bisexualidad original evolucione en uno u otro sentido. En cuanto a los hijos, si los hay, perderán esa familia –precaria desde su mismo origen- cuando las partes contratantes estimen tener interés en poner fin a ese contrato. [f]

Hoy existen demandas legales, encarcelamientos y otros abusos, a las personas que alertan sobre estas ideas y se oponen a ellas, o incluso las que quieren entablar un diálogo con esas posiciones ideológicas, son procesadas como delincuentes en varios países como por ejemplo Canadá.

¿Qué hacer? Seas Católico o no, tienes que pensar y ver que es lo que están destruyendo; la familia, la felicidad, los hijos, las bases de la sociedad y las personas. Quienes impulsan este tipo de ideologías desde atrás, son precisamente personas que odian a la familia, que odian a los hijos, que odian a la sociedad. ¿Realmente es lo que apoyas?


NOTAS

[a-f] Parte de un extenso artículo que bajo el título “La famille dans le monde moderne” ha publicado Anne Marie Libert en http://perso.infonie.fr/le.feu/ Mujer Nueva agradece a la autora su valiosa colaboración. 

[1].“Le deuxième sexe II. L’expérience vécue”, NRF, Ed. Gallimard 1949, pág.13

[2]. Idem, pág.569

[3]. Simone de Beauvoir ya había escrito: “(…) el amor materno no tiene nada de natural” (idem, pág. 339). Ver “L’amour en plus. Histoire de l’amour maternel (XVIIe-Xxe siècle), Elisabeth Badinter, Ed. Flammarion, Paris, 1980. [4]. Ver Safe Motherhood Initiatives: Critical issues, editado por Marge Berer y TK Sundari Ravindran, colección Reproductive Health Matters, Blackwell Science Ltd., Oxford 1999.

[1a] Christina Hoff Sommers en su libro “Who Stole Feminism?”

[2a] ibid.

[3a] Dra. Ana María del Rosario