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Todo es gracia, todo inicia en Dios. Es Dios quien nos llama a la existencia, quien nos llama por nuestro nombre, quien nos busca, quien nos perdona. La iniciativa fundamental de todo lo que existe es Dios…

Y sin embargo, en esta iniciativa ya hay un silencio, hay una pausa… después del huracán que es la voz de Dios que nos interpela y nos llama a responderle, está el silencio de Dios que espera en nuestra libertad, que espera una respuesta.

Esa respuesta será a veces un decidido sí a todo, pero la mayoría de las veces es un balbuceo que pide ayuda, que quiere poder, que quiere creer, que quiere responder pero se sabe débil, pero eso a Dios le basta. Ese pequeño reconocimiento de nuestra necesidad de ayuda, ese pequeño direccionamiento de nuestro corazón hacia Él… ahí es donde comienza a actuar la Providencia, el misterioso actuar de Dios en el que su voluntad se vale de nuestra libertad para salvarnos.

A veces la gente pregunta si orar sirve de algo, si la omnipotencia de Dios incluye la libertad, si la providencia actúa siempre y en todos. Y es aquí donde nos sirve recordad que aunque la Gracia se derrama para todos, la Providencia requiere y presupone una respuesta de nuestra libertad. Por muy débil que sea nuestra voluntad, Dios solo pide un pequeño resquicio de nuestro corazón clamando a Él para poder desplegar todo el poder de su Sabiduría en favor de nosotros, porque somos sus hijos y su Gloria es que vivamos, que vivamos de verdad.

Cuando hagas eso, solo ten fe y esperanza, esperanza en los tiempos de Dios. Porque Él responde siempre, solo hay que saber esperar, esperar, esperar. Que Dios no deja de trabajar en nuestra salvación aunque no veamos aún ese trabajo, aunque aún no veamos el fruto, todo se está moviendo según su Providencia, si y tan solo le damos ese … si le abrimos una ventana (por muy pequeña que sea) y le pedimos entrar a nuestra vida.

Reza, reza, reza y espera. No temas, Dios es tu Padre.