He escuchado que se argumenta que creer en Dios es igual que creer en el conejo de Pascua, o en Zeus o en el monstruo del Lago Ness.
El problema es que no todo es igual de razonable. No se trata de que la «idea» de Dios se le haya ocurrido a alguien y menos que la fe en el Dios de Cristo se haya forjado de un pensamiento filosófico.
Tomemos en cuenta la historia de la teoría atómica. Demócrito (300 a. de C.) uniendo el pensamiento de su maestro Leucipo, supuso la existencia del átomo como parte indivisible de la materia, y además sentenció que existían distintos tipos de átomos que al combinarse de formas y con ordenaciones distintas formaban las distintas sustancias existentes. También supuso que cuando la madera ardía o el hierro se oxidaba, las partículas que formaban tanto la madera como el hierro se reordenaban para convertirse en cenizas y herrumbre respectivamente.
El punto aquí es que a base de observación y raciocinio se estaba sentando base para la teoría atómica que vendría más de 1000 años después. No era lo mismo decir lo que Demócrito sentencio, que hablar de que la materia estaba compuesta de pequeños duendes que construían las cosas o que era mermelada la constitución más pequeña de la materia. No todas las afirmaciones son iguales, la primera se basa en observaciones razonables, en un pensamiento abierto… las últimas en frases incognoscibles.
El Mito de Zeus, es eso un mito, no tiene punto de conexión con la revelación del Dios de Abraham y mucho menos con las pisadas históricas de Cristo.
¿Es razonable pensar a base de lo que observo: inteligencia, orden, deseo de infinito, arte, un norte moral, un deseo de justicia… que hay una inteligencia creadora? Sí… ¿Es razonable pensar que detrás de todo esto hay un mounstro de spaghetti? No.
¿Es razonable pensar en base a lo proclamado y nuestra propia experiencia humana si lo que corre en la historia de salvación es pura coincidencia y no pura verdad?
¿Una raza humana con libertad, que usa su libertad para pecar y sin embargo tiene en su misma libertad la capacidad de entregar su vida misma por amor?
¿El deseo de Dios de que elijamos el bien y no el mal?
¿El deseo de Dios en perfeccionarnos y formar una familia con nosotros?
¿El plan de Dios de revelarse de manera gradual, educando, acercando, hablándonos, muchas veces a modo humano, el infinito y absoluto abajándose a nuestras propias tragedias?
Si mi conocimiento y mi mente creyeran lo que los ateos creen que significa el Cristianismo, yo también sería ateo. Muchas veces la diferencia entre un ateo y un creyente es hasta que punto el ateo esta dispuesto a penetrar realmente la profundidad del anuncio que Cristo proclama.
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