LOS CRISTIANOS NO SOMOS MASOQUISTAS, NO NOS GUSTA EL DOLOR NI RECHAZAMOS EL PLACER, LA FELICIDAD, EL GOZO…
…quizá puedo decir que amamos más el placer, la felicidad y el gozo que cualquier mortal porque estamos dispuestos a sacrificar eso temporalmente para ganarlo una eternidad.
¿Pero por qué lo sacrificamos? Porque corrige una falla, un curso de nuestra naturaleza, el curso que se voltea, se dirige y obsesiona con las criaturas, con lo creado, en vez de dirigirse, amar y ver al creador, el principio de todo.
La “mortificación” de los sentidos que pueden ir desde un ayuno hasta la abstinencia, castidad, sobriedad, mesura… es una manera no de darle la espalda a lo creado, a lo bueno (“y vio Dios que era bueno”) sino una manera de corregir la inercia de una vida desbocada, esto para ganarla y arrebatarla una eternidad porque lo que creemos, la promesa de Dios en Cristo es una tierra nueva y un cielo nuevo, no una especie de existencia acuosa y nublosa. Si Dios nos ama, —y Dios nos ama infinitamente— y nos creó humanos, nuestra felicidad será humana multiplicada al infinito en la contemplación de Dios, porque la encarnación muestra ya el curso de la creación de Dios, el lugar hacia donde se dirige… que es Dios con nosotros, con nuestra humanidad y lo que somos.
Así que los Cristianos no odiamos al mundo, no odiamos los placeres, no odiamos el gozo… los amamos con locura y pasión, pero el verdadero placer, el verdadero gozo, la verdadera creación … caminaremos peregrinos en este curso de la historia y lucharemos hasta la cruz… para poseer por fin el preciado bien, La Vida… aquella que Dios hecho hombre Jesucristo nos prometio y fue a preparar a la casa del Padre… Nuestro Padre, Quién nos conoce, nos creó y sabe del gozo, la felicidad y la grandeza que soñamos, Él las puso en nuestra mente y corazón. Solo hay que voltear a ver Su rostro para recordarlo.
«Lo que jamás vio ojo alguno, lo que ningún oído oyó, lo que nadie pudo imaginar que Dios tenía preparado para aquellos que lo aman»
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