Tiempo de lectura: 3 min. ⏳

¿Cuál creo que es tu principal error como Católico? Tu tendencia de tratar la Iglesia como un club exclusivo donde tu trabajo es enumerar los comportamientos, actitudes y leyes que deben seguir los demás para no quedarse fuera… y no cualquier “afuera” sino un afuera que significa condenación y sufrimiento eterno.

Creo que es un error porque Jesús mismo nos enseña otra manera de hacer las cosas y un ejemplo claro de esto es el relato de la samaritana en el evangelio de San Juan.

La mujer va a buscar agua al pozo y Jesús ya se encuentra ahí. El pozo representa el lugar a donde todos vamos a calmar nuestra sed, puede ser un pozo lleno de poder, o sensualidad, o arrogancia, o importancia, o falsa santidad, etc. Jesús va a donde todos van a buscar saciarse. ¿Y para que iría sino para ofrecerle apagar de una vez por todas esa maldita sed que no se apaga y por la cuál todos (representados en la samaritana) tenemos que ir todos los días a sacar agua? Jesús comienza su acercamiento ofreciendo un agua que si la samaritana bebe, nunca volverá a tener sed. Todos tenemos sed, el problema es que es una sed infinita, una sed infinita que llenamos de una docena de cosas que solo nos provocan más sed, cayendo en un circulo de adición. San Agustin lo entendió muy bien cuando escribió “Nos hiciste para ti y nuestro corazón estará inquieto hasta que no descanse en ti”. Jesús ofrece la vida divina, se ofrece a si mismo, lo único que puede saciar un hambre y sed infinitas es lo infinito.
«Todo el que bebe de esta agua tendrá sed de nuevo –respondió Jesús–, pero el que beba del agua que yo le daré no tendrá sed nunca más, sino que el agua que yo le daré se hará en él fuente de agua que salta hasta la vida eterna.»

¿De que manera más poderosa podrías iniciar una conversación que cambiará la vida de otro? Una vez que la samaritana reconoce su propia sed, una vez que pide tomar de esa agua, comienza entonces Jesús a eliminar los obstáculos que le impiden gozar de esa agua, de esa Gracia. «Llama a tu marido… —No tengo marido— Bien dices que no tienes marido sino 5 y con el que estás ahorita no es tu marido…» Jesús ataca de manera directa lo que podría impedir a la samaritana recibirlo, recibir la gracia y vida divina.

Aquí es donde entran las obras, que no son más que la respuesta a la gracia de Dios. Porque la salvación no consiste en irte al “cielo”, la salvación consiste en dejarse encontrar por Dios, y dejarse transformar por él, que desea recrearnos en Cristo.

Una vez que Jesús le hace ver sus “pecados”, los obstáculos de su vida a la vida divina, ella mueve el tema hacia la correcta adoración. ¿Por qué, qué es el pecado sino una adoración desviada, hacia lo que no debemos, cómo no debemos? La vida divina es la correcta adoración hacia el único Santo, Santo, Santo, es amar a Dios lo que nos habilita realmente amar a los demás y a nosotros mismos. Jesús da una cátedra a la samaritana: «Pero llega la hora, y es ésta, en la que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad.» Vemos también en el evangelio de San Juan como Jesús “purifica el templo”… es ahora el cuerpo de Jesús, es Jesús mismo donde se adora a Dios en espíritu y verdad, es seguir a Jesús nuestra salvación y nuestro caminar en la vida divina.

La mujer deja el cántaro y va a contarles a todos lo que había oido. Es significativo ese pequeño detalle de la samaritana de dejar el cántaro, como si dijera con ese acto que no volverá ya a ir a buscar del agua que no le sirve para apagar su sed, para luego hacer lo único posible que alguien que verdaderamente se ha encontrado con Jesús puede hacer… anunciar lo que ha oido.

La pedagogía de Jesús es divina, el sabe lo que hay que hacer, por eso el es quién convierte y no nosotros, nosotros muchas veces solo le estorbamos con nuestra arrogancia y palabras necias ofreciendo migajas y azotes a quién tiene sed infinita.

Seamos como Cristo, anunciemos que Dios viene a buscar a todos los hambrientos y sedientos del mundo, hambrientos de Cristo, sedientos de la verdadera agua que calmará infinitamente su sed, Jesús mismo y su vida divina, anunciemos eso, y cuando la llama de Dios prenda en sus corazones, ayudemos a todos y oremos por todos, para que quitemos todo lo que nos estorba para recibir esa gracia, para tomar de esa agua, y aprendamos y oremos para que Dios nos enseñe cuál es la verdadera adoración. Oremos para que nuestro testimonio anuncie a todos dónde está la verdad, el agua que saciará su sed para siempre, la vida divina de Jesucristo, mi salvador y su salvador también, si tan solo se dejaran encontrar por él, que lleva toda una vida persiguiéndolos.