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El relato de la creación en el Génesis es una Cosmogonía, un relato de los comienzos. Israel siempre tuvo presente a Dios como Creador, pero no fue hasta el destierro de Babilonia cuando las historias se van fijando y la teología se desarrolla tomando la forma que vemos en el Génesis.

Mientras que en el relato babilonio el mundo y el hombre nacen del choque de fuerzas míticas y demoniacas como el dragón (Tiamat) y Marduk, el relato Bíblico toma ese “caos” inicial mostrado en el vacío y las aguas y los pone en manos de un Creador que en su hágase va creando con su Palabra cada cosa.

Es interesante ver como precisamente el relato Bíblico usa elementos tradicionales del relato babilonio pero destruye su mitología, lo “desmitologiza”. Los astros y los animales no son seres míticos, son lamparas y criaturas creadas de la misma inteligencia, de la misma Palabra de Dios. Ya no es la lucha entre fuerzas desconocidas para el hombre, ya no es el choque caprichoso de dioses y demonios sino que el universo es creado del Logos, de la razón, de la Palabra de Dios. Los astros que distintas culturas adoraban como dioses, son simples lamparas para definir el día y la noche, los animales temidos y adorados, son puestos para el dominio del hombre, todo lo creado no es algo ignoto a lo que debemos adorar y temer, sino que está puesto por un Creador como parte de una creación que tiene como fin una relación entre Dios y el hombre… “y Dios vio que era bueno”. Ante la capricho, el caos y los poderes que controlaban el designio del universo y los hombres —según los mitos de los pueblos— el relato del Génesis responde con impresionante rebeldía… no son estos los que realmente definen el sentido del mundo —desde su creación— sino que es la razón, el logos, la palabra del Creador, la que hace las cosas y las declara buenas.

El Génesis es una guerra contra la amenaza del capricho de los dioses, de la ignorancia de creer que somos hijos del caos y la sangre de dragónes y demonios… la creación se puede entender, nace de la Palabra, nosotros somos hijos de esa razón, tenemos un sentido porque podemos dirigirnos a ese Creador y además escuchar esa Palabra, entender, reposar y permanecer firme en quién lo crea todo, y a mi en particular.

El tema de la Creación no es algo fijado, tenemos varios relatos en el Génesis y otras luces en los proverbios y los libros sapienciales, donde la creación se encuentra con la filosofía Griega y reflexiona desde ese contexto.

La Biblia no es una colección de libros que se ven de manera independiente. Toda ella se reinterpreta a si misma y tiene como clave, como centro, como llave de interpretación a Cristo. La Biblia se lee con Cristo, hacia y desde Él.

El relato de la Creación llega a su culmen en el evangelio de Juan… “En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios… Todas las cosas fueron hechas a través de él y sin él no hay nada hecho de todo lo que se ha hecho”

Ratzinger nos dice:

Entonces de vuelve claro que los Cristianos no leemos en Antiguo Testamento por si mismo pero siempre con Cristo y a través de Cristo. Por eso la ley de Moisés, los rituales de purificación, las regulaciones acerca de la comida y toda la ley no están ya dispuestas para nosotros, si no convertiríamos a la Palabra en insensible y sin sentido. No leemos estás cosas como algo completo en si mismo. Lo leemos con Él, en quien todo ha sido realizado y cumplido, en quién se ha revelado toda la verdad. Así es como leemos el relato de la Creación, a partir de Cristo, por Él sabemos que Dios deseo a lo largo de los siglos enseñar y penetrar en el alma y los corazones de los hombres. Cristo nos libera de la esclavitud de la letra, y precisamente por ello nos regresa renovadas la verdad de las imágenes que leemos en el relato de la Creación.

Que sea…

Hemos pasado de afirmar (guiados de las ciencias naturales) que la materia y el universo son eternos a comprender que al contrario, tuvieron un inicio.

En el relato de la Creación vemos que hay una razón inicial que es quién crea toda nuestra realidad y por lo tanto es quién la mantiene, sostiene y le da sentido. 

En una visión mundana y naturalista se pone a la razón y a la inteligencia como un feliz accidente de fuerzas aleatorias y sin dirección, en contraste y completa oposición el relato Bíblico nos recuerda que esa razón e inteligencia son puestas en el inicio, es la inteligencia quien creo esta realidad y por lo tanto quién la sostiene y le da sentido, es el poderoso fundamento que precede toda la Creación y la sostiene en su libertad. 

Que más adelante se vaya revelando que esa inteligencia es “Padre”, nos hace comprender el porqué haya creado a su creación, porqué la declare “buena”, que es lo mismo que decir “deseada”, “querida”. Eres creado particularmente de la nada por amor no por capricho, con sentido no sin dirección , por alguien no del azar. Por eso puedes amar, deseas conocer y buscas sin parar hasta que no te encuentres con Él.