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La Juventud le pertenece a Dios, porque los jóvenes buscan, buscan sentido, buscan en el misterio, buscan cosas grandes, se rebelan, se rebelan contra el mundo. La Juventud le pertenece a Dios porque su corazón y su mente anhela grandeza, anhela entregar su vida a algo que le excede… y solo podrá encontrar eso en los Planes de Dios, en su exigencia, en su camino, en su proyecto, en su Santidad, Dios es el único reto, el único camino, el único objetivo que podrá llenar un corazón inquieto, una mente despierta, un alma que se sabe única y absolutamente infinita en su deseo de eternidad.

Dios es la única aventura, el único camino a seguir después de rebelarse, el único misterio real que hay que descubrir, el único reto que vale la pena afrontar, con todo nuestro corazón, toda nuestra mente y toda nuestras fuerzas.