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La Iglesia somos todos nosotros los creyentes, la Iglesia somos todos nosotros los testigos de Jesucristo, la Iglesia no son solo los obispos, los sacerdotes o el Papa.

Estas autoridades eclesiales son el resultado de una continuación en las enseñanzas y la tradición apostólica, ya que los apóstoles fueron encargados por Jesucristo a proteger y predicar la Verdad.

Estas enseñanzas y esta tradición siguen conservadas en la Iglesia Católica, pero esa Iglesia y ese Cuerpo Místico de Cristo somos todos, son aquellos que dejaron todo para seguir a Jesús hasta nuestro Padre.

Cuando yo digo que creo en la Iglesia no quiere decir que creo en la santidad de todos los miembros de la misma, porque todos somos pecadores, criminales, altaneros, soberbios, asesinos y calumniadores… cuando digo que creo en la Iglesia lo que estoy diciendo es que CREO EN DIOS, creo en sus promesas y creo que su mano y su Espíritu no nos dejan solos, ya que a pesar de que nosotros mismos nos empeñemos en hundir su obra (La Iglesia) y su plan, el mal no prevalecerá sobre sus designios.

Cuando yo digo que creo en la infabilidad del Papa, no digo que crea en su perfección y santidad humana, ni siquiera en su “persona”, lo que digo es que creo que Dios no abandona a su pueblo, no abandona la promesa a Pedro, y a pesar de posibles errores, pecados o imperfecciones humanas en los “pastores” de la Iglesia, las verdades eternas son resguardadas con recelo por aquel que es la Verdad, el Camino y la Vida… y no permite que se enseñe el error en el seno de aquel grupo de apóstoles  que formó, sigue formando y guiando, la Iglesia Católica.

Cuando yo digo que creo en la Iglesia, simplemente estoy diciendo que creo en el Plan de Dios.

2006 CJBS