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Durante años he visto como las corrientes ateas, gnósticas contrarias a la existencia de Dios han querido gozar una prominencia dentro del pensamiento lógico, científico, racional. Durante siglos y siglos las más grandes filosofías, las civilizaciones científicamente más avanzadas, hasta los científicos y filósofos más grandes de los últimos lustros han encontrado no otra cosa que una causa primera a la existencia, algo más que polvo y estrellas.

Hay que tener el valor de decir las cosas de frente aunque este de moda para muchos que creen en Dios agachar la cabeza y por ignorancia o por falta de elocuencia e inteligencia no saben dar razones de su fe, dejándole mayor peso a lo que opine el de enfrente, el arrogante que solo cree en sus razones y solo sus razones son dignas de escucharse, elevándolas a incontrovertibles y absolutamente ciertas.

El hombre tiene un derecho primordial, el derecho a pensar libremente y sin ofuscación en todas las realidades que lo afectan y rodean, pesando lo que otros pueden aportar pero en última instancia abierto a aquello que en su propia vida y experiencia le hace más sentido a lo que vive y experimenta, sin que un deje de tufillo racionalista le impida comprender que esta bien ir contra la corriente actual del pensamiento si eso es lo que su reflexión le indica.