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Es difícil leer la Biblia, muy difícil. Y si intentamos leer el Antiguo Testamento (AT) no pasamos del Génesis 15 sin saber que fue lo que leímos.
Pero como muchas de las cosas que son difíciles, si aplicamos un par de consejos y estrategias, se nos hará mas sencillo, y a su vez obtendremos la recompensa, ¿cuál? la de poder vernos en el espejo de la historia de salvación, la de comprender el lenguaje de Dios, la de estar acompañados, hoy, en nuestra propia historia, de aquellos que Dios llamó y convocó para ser su pueblo, su comunidad… para escuchar lo que Dios —que nos creó, nuestro Padre— tiene que decirnos.
El AT debe ser para nosotros una introducción al “mundo bíblico”. Cuando queremos entender un mundo o un ambiente, desde el técnico: “el mundo de los pescadores en la Inglaterra del siglo XVII”, “el mundo de la astronomía”, hasta el literario: “el mundo de Tolkien en el Señor de los Anillos”, o “el mundo de Harry Potter, Howarts y la leyenda de Voldemort”… los autores que conocen esos mundos dan una larga introducción a todas las dinámicas de ese universo antes de adentrarnos de lleno a la historia que va a suceder o sucedió.
Cada uno de esos universos tienen sus dinámicas internas, sus tensiones, sus conflictos, su lenguaje, su expresión y su simbolismo. Sin estas claves no podemos entender lo que dice ahí, todo nos sonará en otro idioma, “mítico”, descabellado, ininteligible, de otra época, pero no está realmente en otro idioma, ni es mítico, ni descabellado, ni inteligible, ni es de otra época… es que no hemos aún ni mojado los pies en su mundo y su dinámica.
Quizá por eso la Biblia sea chocante en un inicio, es su defensa interna, que permite que los tibios, los que no están tan interesados con lo que se dice ahí, los cobardes que tienen miedo de reflejarse en esas vivencias, los escépticos… se pierdan por completo antes de siquiera penetrar ese mundo. ¿Quieres habitar la tierra que el Creador alguna vez piso? ¿Quieres ver su rostro y temblar porque podrías morir?, ¿Quieres quedar desconcertado de las elecciones divinas?, ¿del actuar del hombre frente a Dios?, ¿de las consecuencias del mal?, ¿de la verdadera esperanza?… desármate por completo y deja que lo que dice ahí te lo muestre, con la condición de dejarte llevar por completo.
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[estilo e=”listado”]1[/estilo]
Olvida todo prejuicio, toda “idea” de lo que debe de ser la Palabra de Dios, no esperes nada, no le exijas nada a lo que estás leyendo ahí, si algo te parece “extraño” o ridículo, sigue leyendo, penetra en ese mundo y deja que te hable con sus propias palabras.
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[estilo e=”listado”]2[/estilo]
No juzgues, la historia sagrada no es un código de conducta moral, esta llena de actos humanos, buenos, malos, heroicos, cobardes, tramposos… actos humanos concretos, de una época concreta y unos hombres concretos, que sin embargo llevan como marca la intervención divina, la voz de Dios, primero de manera velada, para hasta luego alcanzar su culmen en la propia voz de Dios encarnada dirigiéndose a nosotros cara a cara.
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[estilo e=”listado”]3[/estilo]
Olvida las discrepancias y céntrate en las historias, en otro artículo tocaré esto, pero la Biblia son historias de distintas tradiciones que al final convergen en un mismo texto, no pierdas el tiempo tratando de saber si a José lo vendieron sus hermanos, los Madianitas o los Ismaelitas a Putifar en Egipto, lee la historia, deja que su lenguaje, sus giros, su lógica interna se impregne en ti.
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[estilo e=”listado”]4[/estilo]
Enamórate de las historias y los personajes. La mejor manera de penetrar un mundo es enamorándose de el, sonriendo al ver el ingenio de Raquel al esconder los ídolos que robo a su padre debajo de ella, la tragedia de una humanidad tan desbocada en maldad que “Dios se arrepintió de haber creado”, el encanto de un hermano mellizo tomando el talón del otro antes de salir del vientre materno. Son historias cargadas de sus propias historias, de sus propios símbolos, sumerjámonos en ese lenguaje, que nos empape nuestra mirada ya atrofiada de “modernidad”, yo te aseguro ese lenguaje te recordará cosas que ya habías olvidado de tu propia historia y que no sabías como convocarlas con el lenguaje que conocías.
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[estilo e=”listado”]5[/estilo]
Consejos generales: inicia con el Génesis y Éxodo, luego puedes leer Josué, Jueces, Samuel y Reyes. La Biblia de Jerusalén tiene las mejores notas y paralelos pero su lenguaje, su traducción, es un poco más directa, a veces poco elegante y con algunos términos o palabras que no se comprenden de inmediato. Lo que yo hago es leer en la Biblia de Jerusalén por los comentarios y si un pasaje no fluye bien en su traducción, vuelvo a leer ese pasaje en la Biblia de Navarra o en la Biblia Nácar-Colunga.
No leas mucho de golpe, mejor lee y saborea las historias, si puedes lee de corrido uno o dos capítulos y luego lo vuelves a pasar leyendo las notas y algunos paralelos.
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