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Y en ese misterio
el universo entero se contenía,
la búsqueda del hombre
que dolido y cansado la estrella seguía.

¿Y que buscaba el hombre
sino a su Padre, a su Dios,
a su esposa que
no se encontraba vista todavía?

Pero no era ya el hombre el que buscaría,
sino que Él viene a mi,
en la desgracia
de mi carne caída.

Me encontraba,
me levantaba
y a los ojos me decía:
“Tu eres la causa de mi venida”

—CJBS