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Hay algo que siempre me ha llamado, me ha conmovido: las personas que no conocen a Dios. Aquellas personas que más necesitan de Él, los pobres, los encarcelados, los enfermos.

Como Apóstoles de Cristo intentamos portarnos “caritativos” pero a veces esta actitud, esta palabra se convierte en una simple filantropía y no en misericordia, en ágape.

¿De que sirve dar de comer al hambriento si volverá a tener hambre? ¿De que sirve visitar al encarcelado sino lo podemos liberar? ¿De que sirve tener compasión con el enfermo si quizá está cerca de morir?

Me di cuenta que la verdadera misericordia no es solo dar de comer, acompañar o dar esperanza, sino ante todo llevar a Dios a aquellos que más lo necesitan.

Cuando Jesús visita la samaritana y le ofrece “beber agua con la cuál saciarse sin volver a tener sed”… Cuando Cristo libera a los marginados… Cuando Cristo resucita por nosotros y para nosotros… Es Jesús precisamente saciando, liberando, resucitando.

Sin Dios no existe una verdadera felicidad. El hambriento podría pasar a hartarse de comida, el encarcelado ser libre y el enfermo tener salud… igual que las millones de personas que poseen esas tres situaciones materiales y pueden estar sumidos en la más grande desesperación y lejanía de Dios.

¿Que hacer entonces? Hay muchas maneras de llevar a Dios. Puedes hablar con ellos de Dios, de tus experiencias, de tu fe, de su fe, de manera sencilla, sin forzar nada.

Puedes entregar uno de los cuadernillos que creamos con pequeñas reflexiones y oraciones. Están en la sección “El Pozo de Jacob” y pueden ser muy útiles. Cuando los entregamos por ejemplo a la personas necesitadas, lo hacemos junto con latas de atún, agua, galletas, etc.


Puedes también organizarte con hospitales de la zona y regalarles el cuadernillo para enfermos.

Puedes regalar libros. Hay muchos libros pequeños pero de profunda espiritualidad:

  • 5 panes y dos peces —Xavier Nguyen Van Thuan
  • Evangelios de Bolsillo
  • Libro de Oraciones
  • Florecillas de San Francisco de Asís
  • Misales, actuales o pasados

Hay muchas cosas que podemos hacer… Jamás olvidemos que la misión más importante que Cristo nos ha dado es llevar su Evangelio a todos y ante todo a los que más lo necesitan hoy. Aprovechemos la navidad para igual que los ángeles, anunciar a todos donde está su salvación… en Dios con nosotros.