Otro de los obstáculos en tu mente es el ver a tantos que se dicen Cristianos actuar de maneras contrarias a la fe que profesan, «hipócritas, golpes de pecho».
¿Cuál es la realidad? Una realidad fundamental no depende del actuar de nadie. Un médico, que es fumador empedernido puede avisar a otro que el cigarrillo es causa de cáncer, podrás llamarlo hipócrita, podrás llamarlo débil de carácter, pero ¿lo que proclama es irreal porque sus actos no corresponde con lo que dice? Es claro que no, la realidad de una proposición fundamental no depende del actuar de nadie.
«ἄρα ἡ πίστις ἐξ ἀκοῆς» La fe (confianza en alguien) viene de la escucha. Yo, como Católico, no sigo a ningún otro hombre que no sea “La Razón” misma encarnada, Cristo. Conozco algunos ateos inteligentes que si tan solo se dieran cuenta de que están rechazando la razón misma por la que pueden pensar, estarían más atentos a la realidad. Ojalá estuvieran a solas, con la mente abierta leyendo las palabras de Cristo directamente de los evangelios, sin prejuicios y honestamente buscando la verdad. Grandes intelectuales como C.S Lewis o Francis Collins, cuando lo hicieron, encontraron algo que se les había escapado.
Los golpes de pecho son un símbolo, que viniendo de un verdadero arrepentimiento, reconoce que has hecho y actuado por debajo de lo que puedes hacer y amar.
La confesión es algo serio y tremendo, es la posibilidad para el hombre que se sabe pecador, el hombre de verdad que se mira y encuentra en él una razón real de arrepentimiento, una oportunidad de comenzar de nuevo. Un hombre o mujer que encuentran en sí mismos la claridad de saber que hay algo mejor que lo decidido y vivido… y su arrepentimiento es mortal, real, insoportable, y confiesa su culpa no solo para ser perdonado, confiesa su culpa porque es lo único justo que puede hacer… y en esa palabra dicha encuentra un perdón real, que no es una moneda de intercambio, no es una transacción hecha, ni un botón instantáneo… el hombre que confiesa sin arrepentimiento es un mentiroso, pero la mentira nunca puede por su naturaleza disminuir la verdad, la verdad del que se arrepiente, del que cae, y del que sabe que La Razón misma que creó su razón y conciencia le ha buscado y dirigido unas palabras, unas que te dirige a ti, sí realmente y con todas tus fuerzas, buscas la verdad.
¿Y los que se dicen cristianos y no siguen a Cristo? Tu déjalos y escúchalo a él, quizá encuentres aquello que toda tu vida has estado buscando.
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