Dios creó el universo de manera que su mano fuera evidente pero no necesaria. Nadie puede encontrarlo entre los átomos si no quiere de antemano encontrarlo.
Es la paradoja de cualquier apologeta… Dios no busca creyentes, busca amantes… no hizo las cosas para que al final de todas las preguntas digamos: sí, creo que hay un Dios, sino al principio de todas las preguntas haya un: Dios quiero conocerte…
El deseo lleva al amor, la búsqueda de certeza absoluta a la desesperación… Creer que Dios existe porque descubrimos una fórmula matemática que nos lo muestra nos dejaría tan ateos como antes, esa fórmula no me dice quién es Él, solo me dice que es posible como causa… Dios tiene que penetrar la realidad para decirse Él mismo, no hay argumento que pueda contener la llave que Dios mismo eligió no crear… la de la certeza de su existencia.
Los argumentos inteligentes pueden abrir la mente a otras posibilidades, pero la fe, la verdadera fe no es creer en la existencia de algo, es responder a la palabra de alguien… y eso es revelación no deducción, es gracia no matemática, es búsqueda no certeza, es Alguien no algo.
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