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Parte del amor es aceptar la revelación que el otro hace de sí mismo y Dios se nos ha revelado como Padre, como amante, como fuego devorador, como brisa suave, como silencio. ¿Cómo puede contener todas esas aparentes contradicciones y extremos? Los contiene en su amor por nosotros.

La oración del Padre Nuestro es una síntesis de nuestra relación con Él pero no la agota ¿cómo podría agotarla?

“Vaciaré mi bendición sobre vosotros hasta que ya no quede” Como dice mi amigo Abel, Dios no dice que nos va a bendecir mucho, o muchísimo, o infinitamente, sino todo hasta quedarse Él mismo vacío.

Cuando Dios llama a la conversión no lo hace como un dios matemático, sino con el fuego del amor de un Padre por sus hijos, de un amante por su amada perdida…

«Los convulsioné como a Sodoma y Gomorra, y quedaron como tizón extraído de un incendio, pero no se convirtieron a Mí»

«Por eso Yo los dejé con los dientes vacíos en todas sus ciudades, y sin pan en todos sus lugares, pero no se convirtieron a Mí»

Por eso, así voy a hacer contigo, Israel; y porque eso voy a hacer contigo, prepárate para el encuentro con tu Dios, Israel.

Buscar el bien y no el mal, para que vivan, y así esté con ustedes el Señor su Dios, como dicen ustedes. Odien el mal, amen el bien, e implanten el derecho en la puerta: así quizá se apiade el Señor su Dios.

¿Y para los que se creen justos, Cristianos piadosos, primeros lugares en los templos, pero que no conocen el corazón de Dios?

¡Ay de los que anhelan el día del Señor! ¿Qué será el día del Señor para ustedes? Será tinieblas y no luz. Será como cuando uno huye de un león y se topa con un oso; o entra en casa, apoya la mano en la pared y le muerde una culebra. ¿No habrá tinieblas el día del Señor, en vez de luz, y oscuridad, sin claridad alguna?

Y sin embargo Dios no deja nunca de amarnos, por eso pide nuestra conversión

“¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque ésas llegaran a olvidar, yo no te olvido”

Yo te haré mi esposa para siempre, y te daré como dote el derecho y la justicia, el amor y la compasión.
Te daré como dote mi fidelidad, y entonces conocerás al Señor.

¿Cómo se le habla a un Dios así? ¿¡¡Cómo!!? Los Salmos y los Profetas nos enseñan como

“A Ti se aferra mi alma, tu diestra me sostiene. Los que atentan contra mi alma irán a las profundidades de la tierra”

“«Yo te amo, SEÑOR, fortaleza mía». El SEÑOR es mi roca, mi baluarte y mi libertador; Mi Dios, mi roca en quien me refugio; Mi escudo y el poder de mi salvación, mi altura inexpugnable.”

“Oh Dios, Tú eres mi Dios; te buscaré con afán. Mi alma tiene sed de Ti, mi carne te anhela Cual tierra seca y árida donde no hay agua.”

”¡Ah si rompieses los cielos y descendieses – ante tu faz los montes se derretirían, como prende el fuego en la hojarasca, como el fuego hace hervir al agua – para dar a conocer tu nombre a tus adversarios, y hacer temblar a las naciones ante ti, haciendo tú cosas terribles, inesperadas. Nunca se oyó. No se oyó decir, ni se escuchó, ni ojo vio a un Dios, sino a ti, que hiciese estas cosas para el que espera en él…” (Is 64,1–3)