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Un problema con tu ateísmo es que parte de supuestos y presupuestos derivados de la observación y rechazo de realidades últimas sin reflexionar en sus principios.

No creo en Dios porque existe el dolor
No creo en Dios porque la Iglesia es pecadora
No creo en Dios porque mi papa se murió
No creo en Dios porque niños de África nacen con enfermedades que los dejan ciegos
No creo en Dios porque la Biblia dice dos cosas distintas que se contradicen

No tengo agenda contra el ateísmo, tengo agenda contra la ligereza con la que te tomas los temas más serios de la vida, no porque me afecten personalmente, sino porque no estoy preparado para ver tu vida echada hacia adelante solamente en un momentum de inercia perdida en la nada de la mundanidad, caminando hacia la muerte como si nunca hubieras vivido, porque nunca te cuestionas las cosas trascendentales, que es la mínima responsabilidad que tienes ante la inmensa gratuidad de la existencia que nadie pidió y sin embargo es lo más importante que nos ha pasado.

Olvídate de todas las objeciones y comienza desde el inicio, desde ti, desde lo que vives y reflexionas, no seas de los que ridículamente dicen «la ciencia» lo resolverá, la pobre ciencia se debe de esconder ya cansada de que le avienten toda la responsabilidad ante cuestiones que no le competen, siendo útil para destapar el caño y ver Netflix, sí, pero no te dice nada, ni te es útil para conocer el amor humano, o si esa hambre de eternidad es normal, ni te dice como expresar y sentir la alegría y el dolor, o si el remordimiento de tus actos hay algo más que la descripción de un proceso de aleccionamiento de recompensa basado en la teoría psicológica de tal autor.

Olvida tus supuestos y presupuesto, ya llegarás a ellos, pero llega armado de toda una vida de reflexión, de borrar de tu mente lo que crees es y lo que no es, lo que es posible y lo que no es posible.

Quizá y solo quizá, al final haya en Dios una respuesta, haya explicación al dolor, a la muerte de tu papa, al sufrimiento en África, al pecado dentro de la Iglesia y a la interpretación Bíblica… esos temas son secundarios y circunstanciales ahorita y no deben de guiar tu reflexión porque te estas perdiendo entonces de poder ver limpio y con claridad lo que tu como humano, vives, experimentas y eres… y quizá ese lenguaje religioso tenga algo que decirte, y tu puedas decirte a través de ese lenguaje.

–CJBS